martes, 6 de junio de 2017

Beber, fingir, pelear: la vida cotidiana entre el pulque y otros placeres

Los mismos reventados de hace 14 siglos...


Ojala de cada obra pictórica Maya se pudiese decir su lugar, su tiempo y sus creadores. Lo cierto es que el arte Maya y en especial casi todo el trabajo sobre vasos y vasijas, fue roto, robado y extraído de sus lugares originales, por lo que muchas piezas apenas se pueden tratar de ubicar en su tiempo y lugar con base en el estilo y la composición química del barro y los pigmentos. De estos 4 vasos tenemos su numero de catalogo, pero algunos de ellos de hecho "pertenecen" a coleccionistas desconocidos.

Lo cierto es que, antes como ahora, el pulque, la miel fermentada, o las bebidas combinadas con cacao, eran motivo de fiesta y de altercados. Eran de las pocas ocasiones en que la jerarquías desaparecían, al menos por un rato. 



En este especie de collage, reuní 4 fragmentos de obras diferentes.  La de la izquierda es un festín en el  cual participan personajes enmascarados, quizá con la misma intención que la gente se disfraza en los carnavales.  Es un estilo primitivo y aun lejos de los logros de lo mejor del reino de Ik.

La segunda es una imagen de Campeche, muy emparentada con los murales de Calakmul. Es un trazo simple, con 4 o 5 colores. La mujer ayuda al hombre a beber. Ella usa una túnica amplia, que contrasta con la casi desnudez del comensal pintado de negro. Ella lo mira mas a el, en una actitud de protección similar al de la otra mujer en esta obra.

El tercer fragmento es una obra del reino de Ik. Es el único en que se pierde el sentido de convivio sin jerarquías que caracteriza a las demás. La escena completa incluye a un gobernante, dos enanos y jorobados y algunos invitados de rango menor. No hay el mismo sentido de festividad de los otros 3 fragmentos.

El cuarto fragmento es la escena que sigue siendo familiar en nuestra vida cotidiana de cantina y pulquería. El personaje que jala la atención es el que no quiere irse. El que es empujado para salir, para quedarse y para levantarse. En esa escena no hay jerarquías. El pulque elimina diferencias 
y las mujeres participan de alguna manera.

El mundo Maya sugiere mucho de lo que hoy somos, aun después de 14 siglos, cuando menos.


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