jueves, 18 de mayo de 2017

Que regañen a otros:mirar vincula.

Mon Buluch Laj, pintor cortesano en el 779 DC.


El 24 de Junio del 779 DC, Mon Buluch pintaba una de sus últimas obras conocidas, como pintor selecto del Reino de Ik. Ya habían pasado 30 años desde sus inolvidables vasos iniciales, cuando apenas iniciaba su presencia con temas que involucraban a los wahys, decorando vasos, vasijas y ollas.



Un noche del 18 de Diciembre del 778, como otras noches, K´ihnich Lamau recibe la visita de parte de aquellos que pagan tributo y reciben sermón. (Entre mas cercano a K´ihnich mas cuidadoso debes ser con tu mirada. Por mas alto que sea tu titulo, sigue siendo inferior al de él). Los porta antorchas iluminan la escena, pero ayuda que mantengan las cortinas abiertas, en este diciembre cálido y casi seco del reino de Ik. La brisa que sopla, llega apenas del Lago Petén Itza. No hay mucho viento, por eso la flama de las antorchas está quieta. En el suelo descansa una vasija y un inciensario.

El porta antorchas a espaldas de Kinich, es el más desentendido y nervioso. Debe cuidar la iluminación y la flama. La actitud del porta antorchas con el brazo extendido a la izquierda, es diferente. En una mano sostiene la antorcha y en la otra mas suministros. El encuentro no será corto y breve. Atiende, ve en directo y a la cercana distancia, a K´ihnich y no festeja. Juega su rol y observa. No hay que celebrar. La conversación entre el Ik Ajaw y los contribuyentes, no es una conversación amable.

Kinich se sabe poseedor del poder y del mando. Pero es una época seca y ni el lago, ni la tierra dan lo mismo que en otros tiempos y otras estaciones. Aun así, reprochar lo escueto de la contribución de textiles no está de más. Pero el sajal con el manto blanco insiste en los tiempos y la estación. Su acompañante apoya sus dichos y, cortesmente, enfatiza la carga del contribuyente.

El cargador de la izquierda, el que porta moluscos y textiles varios, mantiene actitud respetuosa y resignada, pero observante. Todos sin excepción se mantienen vinculados con su mirada hacia K´ihnich. Aunque solo dos de ellos conversen con el.

En la escena no hay wahys. Es vida cortesana que delata la persistente maestría de Buluch, vinculando a todos los personajes con su mirada. Los personajes ahora están supremamente conectados, cada uno con su propia psicología y rol, en este momento de su historia y en este momento en particular del Petén. Estos no son la representación de los sueños de hace 30 años. Esta es la vida cotidiana de los Ajaw en un tiempo difícil que augura el ocaso del clásico Maya. 


El trazo de Buluch sigue siendo ahorrativo y preciso. Las vestimentas son apenas las necesarias para indicar roles y rangos. Y nadie esta en una quietud pasiva. Todos tienen algo que decir, aunque solo 3 de ellos conversen. Lo que Mon Buluch observa y delata son las intenciones, silencios, miedos y reproches contenidos de sus personajes.

Definitivo, pagar tributo nunca ha sido un día festivo. Pero es peor si Mon Buluch te observa.


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