martes, 30 de mayo de 2017

Ejecuciones y transmutaciones recordadas, estilos primitivos revividos

Recordando la transmutación, imitando estilos primitivos precedentes.


Para el año 750 los pintores del Reino de Ik, habían consolidado su arte pictórico en vasos y jarras.  El 28 de Septiembre del 753 dC, según dice la fecha en un vaso, se rememora la ejecución de un prisionero, con un estilo que parece ser un retroceso del grado de sofisticación que ya habían alcanzado los pintores de Ik.



En el vaso se muestra un prisionero sentado en un patíbulo, atado de pies y manos, mientras es presentado a un señor del Reino de Ik. Varios otros señores de menor rango presentan al sentenciado, para que, una vez ejecutado, el espacio que deja su cuerpo inerte y su espíritu, liberado, sea ocupado por el señor de Ik, gordo y semi sentado esperando o recibiendo algo del primer acompañante del prisionero.

De haber sido una representación en cualquier otro lugar no llamaría la atención lo rudimentario de algunos trazos, lo plano y bidimensional de las figuras y los rasgos que revelan que había algo de influencia de los maestros de los Glifos Rosados e incluso del mismo Mon Buluch. No causaría sorpresa el aparente primitivismo forzado, pero !se trata de una obra del Reino de Ik en lo años del esplendor de su pintura!

¿Por que imitar un estilo sobrepasado? ¿Pudiese incluso ser que este estilo de ejecuciones-transmutaciones era en si mismo una rememoración del pasado?

El vaso se lee, al igual que otros vasos del Reino de Ik, de izquierda a derecha mientras se rota el vaso. Y el hombre que da la espalda al prisionero, en realidad hace fila detrás del señor de Ik, detrás de otros tres, que son testigos presenciales de la transmutación que está por suceder.

Las figuras son en realidad trazos perfilados en negro, con rellenos uniformes y planos en color rojo ladrillo y con expresiones rudimentarias, que apenas sugieren lo que está por suceder.

¿Es la escena una rememoración del pasado ocurrido o una justificación del presente, para recordar lo que hacían los ancestros de un rito que se negaba a morir?

Sin duda, el trazo revela que fingir un trazo rudimentario, enfatizaba el estado de evolución que había alcanzado la pintura en vasijas en el 753 dC.


viernes, 26 de mayo de 2017

Maestros de los Glifos Rosados del Reino Maya de Ik: los danzantes interrumpidos

Es difícil pintar el exterior de un vaso de 22 centímetros de alto y 11 cm de diámetro. Y hornearlo varias veces para que los colores se manifiesten después del cocido inicial. Pero otros talleres de pintores hacían y pintaban vasos, pues era una manera de llevar a casa de los gobernantes, momentos memorables de su vida. Mon Buluch ya lo hacía.

El 2 de Enero del año 750, uno de los maestros de Los Glifos Rosados, terminaba uno de esos memorables vasos. En esas breves dimensiones, el pintor incorporó a 6 personajes y le imprimió a cada uno su momento psicológico.



A le derecha de la foto desenrollada del vaso, aparece el rey Yajawte Kihnich rechazando un collar y a los danzantes que permanecen a la expectativa. El danzante que encabeza, permanece quieto y expectante de las reacciones de Yajawte, Su cuerpo no da el frente al rey. Solo lo mira ligeramente encorvado. 

Un poco atrás, el danzante del centro, argumenta. No se queda impavido o quieto. Su cuerpo si da el frente a Yajawte. Ni sus piernas ni brazos han perdido la energía de la danza que habían iniciado. Aunque los tres se han pintado el cuerpo de negro y la cara de rojo, excepto la nariz, la energía de él mantiene la escena expectante. El genera toda la incertidumbre del momento frente al gesto de rechazo del rey. No sabremos si la danza siguió o se detuvo por completo.

 El tercer danzante a la izquierda y al fondo, ha perdido el vigor y la energía que los dos  danzantes mayores sostienen.  Su mano derecha ha perdido incluso la energía para sostener su atuendo tipo abanico, con el que acompaña la danza. Su cuerpo ya es casi de derrota. 

Ni el vasallo arrodillado que ofrece el collar a Yajawte, ni el enano sentado en el suelo, imitando las reacciones del rey, parecen dar mayor importancia a las reacciones del rey.

Hay veces que uno lamenta la suerte de ser solo un entretenedor del rey, expectante de su gesto y aprobación.

Este vaso revela una vez mas la maestría que la pintura maya alcanzó en el siglo VIII y IX DC, en el reino Maya de Ik.

jueves, 18 de mayo de 2017

Que regañen a otros:mirar vincula.

Mon Buluch Laj, pintor cortesano en el 779 DC.


El 24 de Junio del 779 DC, Mon Buluch pintaba una de sus últimas obras conocidas, como pintor selecto del Reino de Ik. Ya habían pasado 30 años desde sus inolvidables vasos iniciales, cuando apenas iniciaba su presencia con temas que involucraban a los wahys, decorando vasos, vasijas y ollas.



Un noche del 18 de Diciembre del 778, como otras noches, K´ihnich Lamau recibe la visita de parte de aquellos que pagan tributo y reciben sermón. (Entre mas cercano a K´ihnich mas cuidadoso debes ser con tu mirada. Por mas alto que sea tu titulo, sigue siendo inferior al de él). Los porta antorchas iluminan la escena, pero ayuda que mantengan las cortinas abiertas, en este diciembre cálido y casi seco del reino de Ik. La brisa que sopla, llega apenas del Lago Petén Itza. No hay mucho viento, por eso la flama de las antorchas está quieta. En el suelo descansa una vasija y un inciensario.

El porta antorchas a espaldas de Kinich, es el más desentendido y nervioso. Debe cuidar la iluminación y la flama. La actitud del porta antorchas con el brazo extendido a la izquierda, es diferente. En una mano sostiene la antorcha y en la otra mas suministros. El encuentro no será corto y breve. Atiende, ve en directo y a la cercana distancia, a K´ihnich y no festeja. Juega su rol y observa. No hay que celebrar. La conversación entre el Ik Ajaw y los contribuyentes, no es una conversación amable.

Kinich se sabe poseedor del poder y del mando. Pero es una época seca y ni el lago, ni la tierra dan lo mismo que en otros tiempos y otras estaciones. Aun así, reprochar lo escueto de la contribución de textiles no está de más. Pero el sajal con el manto blanco insiste en los tiempos y la estación. Su acompañante apoya sus dichos y, cortesmente, enfatiza la carga del contribuyente.

El cargador de la izquierda, el que porta moluscos y textiles varios, mantiene actitud respetuosa y resignada, pero observante. Todos sin excepción se mantienen vinculados con su mirada hacia K´ihnich. Aunque solo dos de ellos conversen con el.

En la escena no hay wahys. Es vida cortesana que delata la persistente maestría de Buluch, vinculando a todos los personajes con su mirada. Los personajes ahora están supremamente conectados, cada uno con su propia psicología y rol, en este momento de su historia y en este momento en particular del Petén. Estos no son la representación de los sueños de hace 30 años. Esta es la vida cotidiana de los Ajaw en un tiempo difícil que augura el ocaso del clásico Maya. 


El trazo de Buluch sigue siendo ahorrativo y preciso. Las vestimentas son apenas las necesarias para indicar roles y rangos. Y nadie esta en una quietud pasiva. Todos tienen algo que decir, aunque solo 3 de ellos conversen. Lo que Mon Buluch observa y delata son las intenciones, silencios, miedos y reproches contenidos de sus personajes.

Definitivo, pagar tributo nunca ha sido un día festivo. Pero es peor si Mon Buluch te observa.


Mon Buluch Laj: lo contemporáneo de su obra, su composición y su diseño

Mon Buluch Laj (6 de 6) De lo poco rescatado de el, sus logros y su estética, han perdurado en estos 1300 años. 


Y en solo unos vasos y platones brilla el diseño por su precisión y elegante uso del espacio. Quizá porque tenía que pintar en superficies reducidas y tubulares, Mon Buluch se vio forzado a hacer uso de su reducido espacio con precisión y diseño. 

Ninguna obra de Mon Buluch sería objeto de discusión ni admiración de no ser por la composición y el diseño previo y cuidadoso de su espacio, sus personajes y la vinculación entre cada uno en sus escenas.

Pocas figuras de Mon Buluch se quedan quietas aun reposando. Sus personajes sentados mueven su torso y sus brazos. Sus personajes de pie, danzan, invocan, miran, retan o tocan música.

Como en otros caso de pinturas y murales mayas, incluyendo los murales de San Bartolo y Bonampak, la perfilación de los personajes, con lineas finas y obscuras, que delimitaban a cada uno, permitió a cada pintor diseñar su espacio previo a los detalles. Y con eso lograron concentrarse en aquello que era esencial de cada uno. Lo que se pinta es importante. Algo indica. Lo demás se omite. Esa conciencia de un realismo escueto, es lo que hace a mucho de la pintura Maya tan contemporánea, incluyendo a Mon Buluch, a Bonampak, a los murales de San Bartolo y los murales de Calakmul, entre otros.

Mon Buluch pertenece a esa tradición a la que pertenecen los murales de San Bartolo que se realizaron 800 años antes de su obra. Pero Mon Buluch hace a cada personaje una persona o un wahy individual, rodeado de su psicología y su momento de vida. Es el mismo Mon Buluch el que empieza a sugerir la tridimensionalidad mediante el uso de la densidad de los colores en los cuerpos de sus personajes. Quiza nunca sabremos hasta donde llegó en sus busquedas. Pero si conocemos al menos 1 obra realizada 30 años despues de sus primeras obras.

miércoles, 17 de mayo de 2017

Mon Buluch Laj: mientras unos esperan, otros invocan

Mon Buluch Laj (5 de 6): el futuro puede ser una invocación del presente.


En esta escena del vaso 9 de Mon Buluch Laj, un cazador de venados, vestido como tal, se acerca a su concha-trompeta para atraer la atención de su presa. Real o imaginaria. Ha estado haciendo un auto sacrificio.  El es Muerte Venado y es el demonio del Señor del Santo Hollin. Abajo de su atuendo en la cabeza, en forma de panal, porta la imagen de un ciempiés, que alude a la noche y la muerte. Está concentrado en llamar a su presa, casi flotando en éxtasis. Presa fácil ahora, de aquellos que lo buscan a el. Ni en el mundo de los demonios, se encuentra uno a salvo.




Abajo del cazador se encuentra un jaguar, acechando debajo de la tierra lodosa de una zanja. Espera la cercanía de su presa. Prepara su mordida. Alguien va morir. Este Gato de las Aguas es el demonio de El Señor del Corazón de Piedra. Este es el ciclo natural. Unos esperan para cazar, mientras a ellos los acechan para ser devorados.

Sin esperar a su presa, sin sentirse presa de otro, el sagrado Gato Tapir es a su vez el demonio del Señor Yuk, Cabeza de Piedra. Sus armas son la invocación, mediante su maraca en la mano derecha y su flauta en la mano izquierda. Lo hace al tiempo que deja fluir su sangre de sus genitales. 

Viste un pantalón entallado y una cola que reposa en el suelo. En su collar y su cola hay ojos, producto de sacrificios. Recuerdan que sus propios ojos, grandes y abiertos hacia el cielo, brillan, como los ojos mismos de su adorno en la cabeza. Sigue atento los movimientos del cielo, mientras danza, en la punta de sus pies, y toca su música esperando que se manifieste el Sagrado Gato-Tapir.

Para el, la invocación en el presente es su manera de hacer el futuro, no importa que se encuentre en medio de los que cazan y los que esperan para cazarlo.

martes, 16 de mayo de 2017

Mon Buluch Laj: los demonios también ofrendan

Mon Buluch Laj (4 de 6): Los demonios ofrendan, bailan y se conmueven.


Esta escena del vaso 9 pintado por Mon Buluch Laj, como las otras dos escenas de wahis en el mismo vaso, relatan las visiones de Yajawte Kihnich, posiblemente vistas en sueños o alucinaciones inducidas. 

En la esquina superior izquierda, un hombre se acerca, quizá demasiado, a las flamas de un fuego vivo. Los glifos de esta escena se leen: "El Fuego es el Demonio del Señor de la Santa Serpiente". El tocado en su cabeza alude a una luciérnaga, esa que en la noche nos trae una linea tenue de luz y que alude a otras presencias sutiles y fugaces de la noche, como la luna menguante y la muerte misma. En sus muñequeras, el hombre deja rastros de la sangre que está ofrendando y que vía el fuego, pretende convertirse en sacrificio. En esta ofrenda, el fuego adquiere la figura del dios a quien se ofrenda. Y el fuego cumple su función también de calentar el cuerpo, flexionado, de aquel que adora.




En la esquina inferior izquierda hay un Felino en una Jaula de Madera que es un Demonio del Señor de las Hormigas. El felino jaguar se retuerce en los estrechos limites de su jaula, rodeado de ojos y sangre en los barrotes de su jaula. Un sacrificio ocurre. Quizá también una ofrenda en la que participa el felino mas temido de la selva Maya. Dentro de su jaula, el jaguar humanoide cede, posiblemente en resignación a su suerte.

Como en la otras dos escenas, un danzante se muestra apoyado en la punta de sus pies. Esta ves su mirada no es de confrontación. Blanco Tres Perro es el demonio de la Entrada Sagrada. Su tocado es la cabeza de un perro. Sus movimientos buscan imitar su excitación. El hombre de hecho solo es un vehículo que manifiesta el espíritu de otra fuerza espiritual.

Sus pantalones ajustados y peludos, buscan representar la piel del perro y como ellos su cola reposa en el piso. Sus muñecas también sangran por la heridas que su propio cuchillo de obsidiana le ha causado, mientras sostiene en el brazo izquierdo el cuerpo ondulante de una serpiente que forma parte de su sacrificio.

Los tres wahys no se confrontan. Quizá se acompañan cada uno en su manera de ofrecerse a los Dioses, aun cuando cada uno sea un llamado demonio.
O puede ser que los demonios sean otra cara inevitable de la realidad y haya que brindarles el mismo respeto y pleitesia que a sus amos.

Mon Buluch Laj: escena wahy "central"

Mon Buluch Laj (3 de 6): el mundo es una cadena de depredadores.


En esta escena de uno de lo vasos pintados por Mon Buluch, la danza y los ritos se imponen.  En la esquina superior izquierda, aparece el Demonio de la Muerte de las Sendas que se cruzan, del Señor de las 3 Montañas. Aquel que podemos esperar por las brechas que se cruzan en medio de la obscuridad de selvas y bosques inciertos. Para la serpientes esos caminos trazados por el hombre, son grandes oportunidades de caza. Así las rutas que abre el hombre en la selva, son también las oportunidades de cazarlo a el u otros depredadores. El águila va en caída ante una serpiente lista y dispuesta a terminar con el, que no puede ni extender sus alas, previo a su muerte anticipada.
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En la esquina inferior izquierda, aparece el Demonio de la Casa de los Cinco Cielos, llamado "Sin Propósito". Sin Propósito yace débil y lánguido en el suelo, temeroso y acurrucado sobre si mismo, pero aun dispuesto a dar una pelea. Su cara es esquelética y su cabeza calva. A  "Sin Propósito" la muerte le espera pronto. Por mas dagas que muestre en sus rodillas, su torso o su mano izquierda, la vida para el ha sido una oportunidad perdida.

Danzando ante ambos, en la punta de sus pies, se haya Gruñido Asombroso, el Demonio del Señor de la Santa Serpiente. Gruñido Asombroso lleva todo el atuendo de un danzante. Muñequeras, tobilleras y un adorno de pelo apropiado. Se presenta ante ambos danzando y dando vida a la escena, en contraposición a los otros dos. 

Gruñido Asombroso es un danzante gallardo y hermoso. Su mirada está particularmente dirigida contra "Sin Propósito", en actitud de franco desprecio dirigido hacia él.  Las tres figuras que le rodean, son de piedras labradas como mascaras, que le acompañan en enfatizar su mirada, por un lado, pero también le acompañan como piedras de batalla con algún significado indescifrable por ahora.

La escena tiene su tinte moral, si uno quiere ver esa dimensión. Pero también tiene una dinámica de círculos en la que, mientras Gruñido Feroz se prepara para el golpe final de "Sin Propósito", al mismo tiempo el Demonio de las Sendas que se Cruzan, contempla quizá acabar con aquel cuyos restos permanezcan, ya sea el derrotado o el victorioso.

El mundo es una cadena de depredadores esperando.

El Reino Maya de Ik, cuna de lo mejor de la obra pictórica Maya

El Reino Maya de Ik (en Motul de San José). 


Los pintores de vasos y vasijas del Reino de Ik, no solo crearon un movimiento pictórico en el mundo Maya Clásico. No sólo crearon nuevas tematicas alejadas de las estelas y de los grandes gobernantes. Miraron con nuevos ojos mucha de la vida cotidiana de su tiempo que vino a manifestarse como murales en Calakmul. Y, sorprendemente, empiezan a firmar sus nombres en cada una de esas pequeñas obras maestras imperecederas. 




Agrupados en varios talleres alrededor del Petén, cada escuela respetó el uso y la referencia de su lugar común: el Reino de Ik mediante su glifo, que se convirtió tambien en parte del sello distintivo de su cerámica.

(Por si lo sospechabas, si esa forma de "T" en el logo, es la misma forma de los ventanales de la torre de Palenque.)

Mon Buluch y los wahis

Mon Buluch Laj (2 de 6) y la triple danza de los wahis


 Mon Buluch describe en su pequeña gran obra una triple danza de wahis (o wajis). De acuerdo con BR Just, un wahy no son ni representaciones de danzantes reales, ni representaciones transfiguradas de reyes, son alusiones a los sueños o a los personajes de los sueños, y las temáticas de ensoñación de entonces. El glifo para wahy no parece ser ni sencillo, ni univoco. Puede significar ensoñación, mago o magia, co-esencia de uno. En su sentido de co-esencia significaria las extensiones extra-corporales de la parte espiritual de una persona que se traducían en animales super-naturales.




En la obra de Mon Buluch Laj en particular, los wajis tienen una connotación nocturna y hasta malevola, que pueden traducirse en los miedos a las enfermedades, las epidemias y otros terrores de la noche - la noche, justo el tiempo en que el sol (manifestación plena de la vida) está ausente. Y para el Maya de su tiempo, las figuras malevolas aguardaban la noche para salir de su lugar oculto, en las selvas y bosques.
La danza de los wahys, representada en un vaso (y quiza vajillas completas) pudiese ser solo un recordatorio o una invocación, de la misma manera que la danza y los rituales llenaban las plazas y los templos cuando las fechas, los calendarios, los eventos especiales y las costumbres lo dictaban.

Mon Buluch Laj

Mon Buluch Laj (1 de 6) 



El 20 de Enero del 755 DC, Mon Buluch Laj del Reino Maya de Ik,   firmaba y terminaba un vaso diseñado y pintado por el. El vaso es una muestra del alto nivel de diseño y naturalismo que alcanzó la pintura maya aun en expresiones tan minúsculas (en dimensión) como los vasos y platones.




Pero este vaso en particular destaca no solo por el diseño, no solo por la manera de imprimir movimiento en ese pequeño espacio circular del vaso, destaca también por el tratamiento de su tema: los wahys (o wajis). En esta obra aparecen 9 wahys/wajis en 3 aparentes confrontaciones/invocaciones que se dan en los sueños y preocupaciones de su tiempo. Tres temáticas confrontadas por danzantes wahys en donde cada una de las 3 escenas convocan/invocan tres realidades de sueños y temores. Obviamente lo que describiremos luego es una de varias interpretaciones que se han dado a la obra de Mon Buluch.